MARIA SMA.


INTRODUCCION
A lo largo de la vida cristiana, se ha ido difundiendo un respeto muy profundo a la Madre del Señor, hasta el punto que su devoción ha sido causa de fuertes discusiones entre quienes la ven como una figura materna que acerca los corazones al Señor y entre quienes la ven como un obstáculo para entender la verdadera misión de Jesucristo: su ser mediador entre el Creador y las criaturas, entre Dios y la humanidad.

Lo cierto es que se ha comprobado que todo verdadero adorador del Señor ha sido muy devoto o admirador de tan excelente Madre del Salvador, de Jesús de Nazaret, el Mesías y Señor. No es un secreto que tarde que temprano las almas verdaderamente justas y temerosas de Dios -así hayan caminado mucho tiempo equivocadas- terminan por rendirse en admiración ante esta mujer que lo único que hace es dirigir los corazones al Verdadero Dios y Señor de todo.
DONDE NACE LA ADMIRACION - DEVOCION
Desde la fe Católica que profesamos, vemos en María Santísima a aquella mujer llena de virtudes a la cual el mismo Dios saluda (Lucas 1,28) como la "Llena de gracia" (Lucas 1,28b), aquella que está acompañada por el Señor (Lucas 1,28c); la que halló gracia delante de Dios (Lucas 1,30). Una Virgen -comprometida, pero virgen- que dará a luz un hijo por obra del Espíritu Santo, sin intervención humana (Lucas 1,27.31.34), un Hijo que será llamado Hijo del Altísimo (Lucas 1,32a), será madre de Aquel que heredará todas las promesas hechas al Rey David (Lucas 1,32b), dará un Hijo cuyo reino no tendrá fin (Lucas 1,33b).
El mismo texto lucano, sin ninguna otra pretensión que anunciar la misericordia del Señor habla de la realidad que se sucederá sobre esta joven Nazaretana: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra" (Lucas 1,35a); ese niño que ella gestará en su vientre "será santo, se llamará Hijo de Dios" (Lucas 1,35b).


FIGURA DEL VERDADERO CRISTIANO
Para un verdadero cristiano no pasa desapercibido ese texto con el cual termina la anunciación que presenta el evangelista Lucas: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (1,38). Es como una frase que resume en sí toda la misión de la Madre del Señor: su abandono como humilde servidora de su Señor (Lucas 1,48), como aquella alma que no coloca reparos para nada a lo que su Dios le encomienda y que es lo que el cristiano verdaderamente apasionado por Jesucristo debe hacer.
Desconocer este corazón de María en su total docilidad a la voluntad de Dios es desconocer también el gran amor que nuestro Señor tiene para con la humanidad que, sin merecimiento alguno, siempre se ha valido de personas hasta sin importancia para hacer llegar su gracia a quienes están lejos de su misericordia. Y para quienes dicen que María Santísima fue solamente la Madre de Jesús, pero no la Madre del Señor y Salvador, quedaría un gran error en la percepción de Dios ante la humanidad: un Dios que maneja al ser humano a su antojo, que lo utiliza como recipiente y luego lo deja vacío y sin mérito; un Dios que ha perdido su esencia: el amor y se ha dejado llevar por ver a la raza humana como un dios más que juega con los destinos de ellos sin importar su ser y esencia al estilo de los dioses griegos o romanos.
Algo que nos lleva a seguir profundizando, en la verdadera devoción mariana, es aquel encuentro muy familiar pero al mismo tiempo muy contemplativo entre La Virgen María (ya embarazada) y su anciana prima Isabel. El Escritor Sagrado pareciera que estuviera viendo los acontecimientos!! El texto nos hace comprender que la presencia de María crea todo un ambiente de regocijo y de contemplación en torno. La voz de María Santísima hace que muchas cosas espirituales se sucedan y dentro de esas que la "criatura salte de gozo" en el vientre de Isabel (Lucas 1,41).
Pero aquí no para todo, y no creo que Isabel haya dicho su saludo por simple cortesía o chisme (pues ese no es el objetivo del Escritor Sagrado sino "darnos a comprender la autenticidad de las enseñanzas que has recibido" (Lucas 1,4). Llama "Bendecida a su pariente María y de igual manera bendecido el fruto que lleva en sus entrañas (Lucas 1,42). Esa bendición se hace más grande cuando la misma contemplación o teofanía que siente Isabel la lleva a descubrir en ese feto recién engendrado, a su mismo Señor (Lucas 1,43) y que vea en María a la Madre de ese su Señor, no a la esclava en la cual su Señor engendró un hijo, sino en la Madre del Señor que gobernará por siempre; la Hija del Gran Señor que dará toda Potestad a su Hijo (Lucas 1,32b). Y como en un concierto solemne donde toda la orquesta cierra triunfalmente aquí Isabel dice la razón por la cual María Santísima es digna de imitar en sus virtudes, en su aceptación incondicional de la voluntad del Señor: su fe "¡Dichosa tú que has creído...!" (Lucas 1,45).


CONVICCION
Creo con toda razón que lo que he aprendido a vivir a lo largo de mi vida no es algo que me aparte del amor de mi Señor, todo lo contrario: me ha rendido a sus pies pues al mirar en la Madre de mi Señor a tan excelente modelo de entrega y disponibilidad uno queda con la tarea de seguir sus pasos, de verla como aquella que goza de la bienaventuranza eterna, que está con su Hijo luchando contra las fuerzas del mal para que Reine por siempre nuestro Dios. Yo creo en la Misericordia de Dios y por eso creo que todos los que en este mundo han sido muy amigos de él los tiene colaborando en esta empresa de salvación en la cual él se empeñó desde el mismo momento en que la humanidad torcía su corazón hacia el pecado.
¿Por qué los necios buscan entre los muertos a aquella que goza de los frutos de la salvación que su Hijo adquirió para el género humano? ¿Por qué en el momento actual se quiere dar credibilidad a tantos que sin amor y que han vivido sin hogar, quieren dejar al cristianismo sin corazón y llevarlo por el camino de un legalismo que no tiene cielo?
Solamente en el corazón de La Santísima Virgen María podremos encontrar el secreto que haga que desde el fondo de nuestro ser saltemos de alegría porque es desde la humilde labor de esta mujer, llena de Dios, desde donde la humanidad podrá volver a encontrar a Dios, el Cielo.
Es por esta razón que nuestra reflexión se va a centrar, no en dar respuesta a los incrédulos o en levantar discusiones sin sentido. No. Nos vamos a centrar sencillamente en aquellas cosas sencillas, humildes y piadosas que encontramos en la vida de María Santísima para poder entender la esencia de nuestro cristianismo.
Jamás podremos entender al Señor desde la arrogancia, la soberbia o la discusión que crea heridas y lleva a despreciar la misma creación de Aquel que decimos respetar y amar.


PARA PROFUNDIZAR
Nuestro compartir irá bajando como el riachuelo desde la cumbre para regar el campo, la pradera y luego entrar en el gran río de la gracia que es Cristo el Señor, quien vive y reina, en unidad con el Padre y el Espíritu Santo. Amén.


LA VERDADERA DEVOCION MARIANA
A lo largo de los años la devoción a la Bienaventurada Virgen María, la Madre del Señor, se ha basado en tres aspectos fundamentales que la hacen cercana a las gentes y cercana al Señor. 1) Por sus méritos o gracias recibidas del Señor, 2) Por su participación en el Plan de Salvación y 3) Por los lugares donde nace la invocación.


1) POR SUS MÉRITOS O GRACIAS recibidas del Señor.
La devoción a la Santísima Virgen María desde este primer aspecto hace referencia en que se le invoca a ella por aquellos dones por los cuales fue colmada por el mismo Dios o por aquellas virtudes o cualidades que brillan en su ser por su disponibilidad ante el mismo Señor.
Es así como a ella se le llama: La llena de Gracia, la Inmaculada, la llena del Espíritu Santo, La Siempre Virgen María... etc.
Aquí el cristiano siente la necesidad de imitar a la Madre del Señor en toda su disponibilidad al Señor para poder alcanzar gracia ante él. No se podrá ser grande sin el poder del Señor y no se podrá llegar al cielo si no disponemos nuestro corazón como el de la Santísima Virgen María que fue dócil y siempre obediente a todo lo que Dios le pidió y le confío para llevar a buen éxito su plan de Salvación. Sin estas virtudes todo lo demás sería simpleza.


2) POR SU PARTICIPACIÓN EN EL PLAN DE SALVACIÓN
Los cristianos han utilizado una gran cantidad de títulos que le atribuyen a la buena Madre de acuerdo a aquello que ven que ella trae para la humanidad desde el mismo corazón del Señor.
Aquí encontramos que es llamada: Auxiliadora, Abogada, Intercesora, Reina de los Apóstoles, Virgen de los Remedios, La Consolata, Perpetuo Socorro, Corredentora, Virgen de las Mercedes, Nuestra Señora de la Candelaria,... etc.
Desde los primeros discípulos del Señor Jesús, encontramos que la figura de su Madre, la Virgen María es de gran importancia dentro de la Comunidad. Esto es claro cuando se lee por ejemplo al Evangelista San Juan, que da a entender que él la recibió en su casa, y algunas traducciones indican que "la recibió como suya (como madre suya) (Juan 19,26-27).
Otro texto que nos da a entender a simple vista la importancia de la Madre de Jesús para la comunidad es el libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch. 1,14). Nos dice que "solían reunirse de común acuerdo". no era de vez en cuando ni unas veces sí y otras no. Y el texto coloca a una de esas personas que ora con los discípulos a María Santísima, acompañada de algunos de sus familiares.


3) POR LOS LUGARES DONDE NACE LA INVOCACIÓN O ADVOCACIÓN
Es muy temprano en el cristianismo donde ya hay textos que nos hablan de la motivación que la Madre del Señor hace sobre los discípulos de su hijo y las apariciones que hace en diversos lugares para motivarlos y alentar su testimonio acerca de su Hijo.
La primera aparición de que se cuenta en la historia del cristianismo data aproximadamente del año 40, en Aragón España, al Apóstol Felipe y donde se tiene un santuario a Nuestra Señora del Pilar.
Es así como podemos dar inicio a una larga lista de invocaciones, por el lugar donde se comenzó la advocación, como una manera también de inculturarse en el pueblo que cree en su hijo.
Algunas advocaciones: Nuestra Señor la Virgen del Monte Carmelo, Nuestra Señora de Guadalupe, Nuestra Señora de Chiquinquirá, Nuestra Señora de la Aparecida, Nuestra Señora de Lourdes, Nuestra Señora de Fátima... etc.